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viernes, 5 de noviembre de 2010

Dos ejemplos de poca profesionalidad de nuestros periodistas: (I) Introducción y Sergio Sauca

Hola a todos,

En España tenemos tres graves problemas relacionados entre si que nos dificultan progresar como Estado, a saber: a) como pueblo, estamos adormilados intelectualmente y nuestro nivel de exigencia social es francamente bajo, además de estar inmersos en un proceso de aldeanización que trasluce al son del ¿qué hay de lo mío? en las cuestiones que nos afectan a todos; b) la prensa, que debería de ejercer una labor de información en cualquier ámbito con veracidad y rigor, es poco más que una correa de transmisión que plurifica eslóganes e ideas políticas que fluyen directamente de sus amos o información sin contrastar cual leyenda urbana hecha realidad, con lo que su labor de fiscalización política y social queda destruida y c) la clase política, como consecuencia de la ausencia de vigilantes ciudadanos y periodísticos reales hace y deshace a su antojo, empobreciendo a la sociedad civil, deshonrando lo público e impidiendo el auténtico desarrollo del país. Es sobre el segundo de los problemas sobre el que hoy quiero poner el foco de atención.

Resulta fácil convenir que la principal tarea del periodista es la de informar, antes incluso que la de opinar, pues para valorar una opinión antes debemos conocer sobre qué opina. Para informar, el periodista debe de recabar la información, pero no basta con ello; debe de someterla a un juicio de valor, a una calificación de veracidad si no es posible verificar su exactitud con precisión, descartando la que no supere dicho juicio y emitiendo la que el profesional de la información considere. Es más, en la facultad al periodista se le enseña precisamente a ello, a seleccionar y tratar la información que maneja. Por esto la diferencia entre un periodista y un contertulio de bar o de café cualquiera es que mientras que el primero enjuicia la información  externa y la expande el segundo emite un juicio de valor sobre un hecho o situación que conoce a través de la obtención personal de información, el cual tendrá un valor determinado por el orígen de esa información (por ejemplo, un cirujano podrá debatir mientras toma un café asuntos propios de su especialidad y su opinión es cualificada; si la discusión versa sobre lo mismo y el incursor en ella pone sobre la mesa opiniones basadas en lo que le ha comentado su vecina que se dedica al comercio floristero, la opinión no es cualificada, aunque tenga derecho a expresarla). Ello supone que en el caso del contertulio es el interlocutor quién debe ponderar qué importancia da al juicio de valor emitido. Sin embargo, al periodista, cuando expone la información, se le supone que, como mínimo, sabe de lo que habla, porque su función es distribuir entre la sociedad información precisamente para, valga la redundancia, tener como país una sociedad informada; de nada sirve si el periodista difunde información completamente falsa. Lo que justifica la existencia del periodista es precisamente ahorrarle al ciudadano la tarea de tener que averiguar qué sucede y de filtrar lo que cierto o veraz de lo indiscutiblemente falso.

Lo dicho en el párrafo anterior encuentra un obstáculo a su credibilidad echando un vistazo a la realidad de los medios de comunicación en España y a la generalidad de profesionales que en ellos trabajan, o por lo menos la inmensa mayoría de los que escriben o hablan en los medios más conocidos de prensa escrita, radio y televisión. Me refiero inevitablemente a la generalidad de profesionales porque tradicionalmente desde el sector se ha hecho una sutil diferencia entre la prensa seria y la otra prensa, siendo identificada la primera con total nitidez la de los principales periódicos generalistas (El País, El Mundo, La Vanguardia...) y sus medios afines, englobando en la segunda a la prensa rosa y sensacionalista; dejando en una especie de limbo a la prensa deportiva y a la de sucesos, porque ni es tan mala como la información "de corazón" ni es tan seria como la crónica política. Lo que sí es común es la omnipresente frase "yo soy periodista" en cuanto se pone en duda la tarea de cualquiera de ellos, como si dedicarse a esa profesión les diera un carnet de ser superior y una autoridad moral que autoriza a decir cualquier cosa porque "es información" o "a la gente le interesa este asunto". Lo cual pone en evidencia que, a diferencia de lo que nos quieren hacer creer, es la profesión de periodista en España la que está perdiendo, porque sea cual sea la naturaleza de la información con que se trata, en todos los campos podemos atisbar ejemplos de periodistas con cargos de responsabilidad al frente de programas con gran audiencia o en medios de referencia que en absoluto se toman en serio lo que exponíamos en el segundo párrafo. Son al periodismo lo que sería a la abogacía un letrado que desconociera toda norma legal.

De esta pluricidad de sectores de la prensa en que hay malos periodistas damos cuenta con dos ejemplos significativos, que comentamos a continuación:

En el tratamiento de los devenires del deporte hay muchos ejemplos de información sesgada, descaradamente interesada, pueril y pensada y escrita para lectores estúpidos y pocos de lo contrario (aunque haberlos, haylos); más si hablamos de fútbol, tanto en la prensa de Madrid (también llamada por algunos, siguiendo la tradición española de demonizar al adversario, caverna mediática españolista) como en la prensa de Barcelona. Aunque me parece mal la baja calidad general de los medios depotivos generalistas como ciudadano, mi grado de cabreo es mucho menor que cuando veo esa misma falta de rigor y preparación en la televisión pública, aquella que (ahora sí), sostenemos con los impuestos de todos. La razón es que en última instancia los medios privados necesitan imperiosamente vender periódicos / generar audiencia porque viven de ello; no es perdonable, pero comprensible. Lo que me desquicia es que una televisión como La 1 de RTVE que no tiene publicidad y que debería, en todo caso y no a veces, apostar por la calidad, mantenga como jefe de deportes y como narrador en los partidos de Champions League a Sergio Sauca (en la foto).



Sauca es uno de esos personajes televisivos que uno no sabe qué hace ahí, porque hasta para ser un incompetente hay que tener talento. Aunque en el fondo no debe de carecer de virtudes, porque para llegar donde ha llegado siendo tan malo como periodista seguro que como mínimo es excelente en el arte del lameteo del recto. Y antes de que me llameis exagerado, os voy a contar lo que es el ejemplo perfecto de mal periodista al que me refería, remitiéndome a lo expuesto en el excelente blog LA LIBRETA DE VAN GAAL , con motivo de la actitud de Sauca durante la retransmisión del Real Madrid - Milán :

"La retransmisión del Real Madrid-Milan fue una vez más un ejercicio de dejadez, con Sergio Sauca como maestro de ceremonias. Un claro ejemplo de comunicador desapasionado y que no es capaz de aportar nada interesante al espectador. [...] El momento cumbre llegó con la entrada al campo de Kevin-Prince Boateng, internacional ghanés cuya historia familiar es sobradamente conocida desde el pasado Mundial (nota propia: Kevin-Prince Boateng es hermano de Jerôme Boateng, el primero juega con la selección ghanesa y el segundo con la alemana y están peleados. Ambas selecciones jugaron el Mundial de Sudáfrica y es de sobra conocida esta "curiosidad"). [...] Sauca [...] confundió esta vez a Kevin-Prince con su hermano Jérôme, jugador del Manchester City. Un gazapo lo comete cualquiera, pero esto no fue lo grave. Pasaron unos minutos hasta que alguien debió de avisar a Sauca de su error. Éste, sin rubor alguno, emplazó a sus compañeros en el estudio a que le confirmaran si Kevin-Prince era el hermano que juega con Ghana o el que juega con Alemania. Tanto el comentarista, Manolo Sanchís, como los tres redactores situados en el palco y los banquillos hicieron mutis por el foro. Ninguno de los cinco tenía la menor idea. Cuando al fin obtuvo la confirmación de que Kevin-Prince juega con Ghana, Sauca volvió a tirarse al barro: “Su hermano, el que juega con Alemania, creo que está en el Werder Bremen”.

Seguro que muchos pensáis que es un simple error, que no es para tanto. Y estaréis en vuestro derecho. Pero eso no es óbice para que sea preocupante que un periodista DEPORTIVO, esto es, especializado, no haya seguido un acontecimiento de la talla de un Mundial de Fútbol; que no conozca en líneas generales la plantilla de uno de los equipos más punteros de Europa como es el Milán; que, disponiendo de un equipo de redactores que le puedan documentar sobre los jugadores, no se lea lo que le preparan o de no existir tal informe, prepararse uno mismo; que, estando en la era de las nuevas tecnologías y disponiendo de un ordenador portátil, Sauca no entrara en Google y saliera de dudas, porque, como veis en las fotos, metiendo "Boateng" en el famoso buscador aparecen los dos hermanos y lo hacen, además, con claros signos distintivos que señalan en qué equipo militan (Kevin Prince el primero y Jerôme el segundo) y por último, que sin tener claro ese punto, se ponga a comentarlo haciéndose el sabihondo.

No es, pues, el error en sí, sino la falta de preparación y de tratamiento de la información lo que critico. Porque a ese señor le pagan para que sepa más que sus televidentes, para que aporte algo, porque para no aportar nada es mejor ver el partido sin audio. Entonces, si ese señor no sabe más que yo cuando veo un partido (cosa que me suele sacar de mis casillas), leches, que pongan a otro que sepa, que no es tan difícil. Casi todos los bloggeros deportivos tienen un conocimiento más extenso de fútbol internacional que muchos presuntos periodistas. Por lo menos más que Eduardo Inda, actual juntaletras supremo director del diario Marca, que también confundió en uno de sus editoriales a Nigel DeJong, jugador del Manchester City de raza negra e internacional con la selección holandesa con DeJong el jugador del Ajax, rubito, de piel clara y ojos azules y poco o nada que ver con el anterior. Pero al menos a él le puedo castigar no comprando su periódico o no leyendo su página web, pero, ¿y a Sauca?.

Lo peor es que no es la primera vez que el bueno de Sergio Sauca hace mal su trabajo, como cuando  a Wayne Rooney le llamó Kevin Rooney o a Carles Puyol le bautizó como Francesc Puyol. Aunque no hace falta remontarse tan atrás en el mismo partido en que nos deleitó con lo de los Boateng, acabó concluyendo que Kevin-Prince es el que juega en Gahno

Ya iría siendo hora de que en TVE alguien llamara la atención a este señor que incluso manda a la gente a ver los programas de la competencia, como cuando confundió Españoles por el Mundo con Callejeros. En el vídeo (también de LA LIBRETA DE VAN GAAL) podéis ver cómo no es un mero lapsus, sino que directamente no sabe qué programa es, que lo tiene apuntado y que no le ha dado la real "Ghana" (perdón por el chiste fácil, tenía que hacerlo) aprendérselo o mirárselo antes de decirlo.


Por esto yo me pregunto, al igual que José Manuel Díaz  , qué han hecho tipos como Sauca o como el narrador de Canal 9 que el otro día, casualmenteen en el Milán - Real Madrid, nos deleitó con su ingenio repitiendo una y otra vez que Filippo "Pippo" Inzaghi tocaba un balón que en realidad lo hacía su compañero en la retransmisión Rubén "Pipo" Baraja, ex-jugador del Valencia, para acabar con una traca digna de las Fallas de Valencia de humor y carcajada diciendo, ante los dos goles marcados por Inzaghi, que (traduzco del valenciano) -el "Pippo" ha hecho pupa al Real Madrid del "Pipa"- equivocándose así no sólo pensando que tenía gracia, sino también no darse cuenta que "El Pipa" Higuaín es el padre del jugador del Real Madrid, que por ello es conocido como "El Pipita".

Quizá y sólo quizá, el día de mañana veamos en las televisiones públicas (en todas) profesionales que merezcan estar ahí.

Saludetes

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