Como los que leeis habitualmente este Rincón habreis notado (con vuestras asombrosas cualidades de observación XD) he bajado sensiblemente el ritmo de actualización del blog. El motivo no es querido ni buscado, sino que se traduce la amalgama de razones en una expresión que ha perdurado con el paso del tiempo y que justifica estados intrínsecos del hombre: la falta de inspiración.
Al hilo de este pensamiento, me viene a la mente la pregunta clave en todo esto : ¿Qué es, para mí, la falta de inspiración?. Tradicionalmente se ha espetado esta carencia como el tradicional "abandono de las musas", o lo que es lo mismo, la falta o disminución de capacidad creativa, si estamos hablando en un contexto artístico o creador, que, a menudo, son lo mismo. Pero toca desechar esta categoría ya que, en este caso, no estamos hablando de dar vida a una idea preconcebida en nuestra cabeza, entendiendo esa gestación, justamente como la inspiración. No. Estamos en un punto algo por debajo, pero a su vez algo más complejo: la comunicación. Analizo, pues, si es justamente una disminución de "cosas que decir" la causante de esta ausencia prematura en este espacio, mi Rincón. Inmediatamente, claro, pienso que no es este el inexorable motivo; creo que aún tengo muchas cosas que decir de la actualidad, de mi mismo, y del mundo que me rodea. No soy una persona de pensamiento estático y siempre me muevo rodeado de actualidad e ideas nuevas. No. Definitivamente esto no puede ser. Meditando sobre ello, emprendo la senda de un viejo sistema de conocimiento empírico, la Teoría del Cambio, que trata de ver a resultados desiguales en circunstancias similares, en esencia, qué ha cambiado. Así, por un lado tengo la (sentida) ausencia de Luis y su blog, permanente fuente de estimulación intelectual y un divertimento escrito cuya carencia parece que no consigo superar. En su defecto me encuentro blogs anodinos de personas que no me suscitan interés y, en el mejor de los casos, medianías pseudo-literarias de historias personales que aspiran a tener un brote de irrealidad entre tanta vivencia comprimida y empaquetada en un corsé tan apretado como un blog. Por otro lado, y creo que ahí está la clave en esta cuestión, estoy pasando por una fase (entendida esta en ningún caso en su sentido peyorativo, pues hay quien ya identifica "fase" indubitadamente con "bajón" o "periodo extraño") más "interior", más concentrada en observar mis interioridades, valga la redundancia, y los cambios que experimento. Continúo compartiendo mis ideas, mis pasiones, mi vida en general, pero esta vez concretándolas no en una generalidad indeterminada de sujetos (por ejemplo, en este blog), sino en un individuo muy determinado. Lo que me lleva a estar en la siguiente situación dicotómica, por un lado, multiplicando mis vivencias personales (y aumentando el grado de intimidad necesario) y reduciendo mi análisis del mundo ajeno, el que se ve por la televisión, se escucha por la radio, y se lee por la prensa. Siendo así que no se puede sino ver afectado este blog; hay relatos que quedan dentro de mi esfera de intimidad y que, en primer lugar por pudor, y en segundo por un sentido estricto de responsabilidad y de coherencia, evito exponer; los comentarios que sí son susceptibles de publicación (bajo mi criterio, claro está) requieren un enfoque distinto que a día de hoy no le doy: un interés creciente por el tema en cuestión ( creciente, no un mero interés, en puridad), una base que justifique contarlo o comentarlo aquí, y finalmente unas ganas de redactarlo y darle un formato, como hice (por primera vez) en la pasada entrega, en la que marcaba en negrita palabras importantes y en cursiva otras tantas. Y no se porqué, esa necesidad congénita de compartir mis pensamientos con los ajenos se va viendo limitada con una cierta madurez, con una cierta pausa acompañada siempre de la inevitable sensación de tranquilidad.
Después de todo esto, corresponde, o se debe, si se quiere aún saber la respuesta, contestar a la pregunta ¿qué es para mí la falta de inspiración, circunscrita a este blog y a sus contenidos? Todo apunta a una no necesidad imperativa e intempestiva de opinar de todo, de comunicarlo todo, y de dar fe pública de temas de importancia y relevancia relativas. La conclusión final es que la madurez a todos los niveles puede ver aparejada esta consecuencia (como muchas otras), pero una más también es tomarse estos asuntos con más calma y ver que, hasta la falta de inspiración, en ocasiones, puede ser un tema de conversación.
Saludetes
Al hilo de este pensamiento, me viene a la mente la pregunta clave en todo esto : ¿Qué es, para mí, la falta de inspiración?. Tradicionalmente se ha espetado esta carencia como el tradicional "abandono de las musas", o lo que es lo mismo, la falta o disminución de capacidad creativa, si estamos hablando en un contexto artístico o creador, que, a menudo, son lo mismo. Pero toca desechar esta categoría ya que, en este caso, no estamos hablando de dar vida a una idea preconcebida en nuestra cabeza, entendiendo esa gestación, justamente como la inspiración. No. Estamos en un punto algo por debajo, pero a su vez algo más complejo: la comunicación. Analizo, pues, si es justamente una disminución de "cosas que decir" la causante de esta ausencia prematura en este espacio, mi Rincón. Inmediatamente, claro, pienso que no es este el inexorable motivo; creo que aún tengo muchas cosas que decir de la actualidad, de mi mismo, y del mundo que me rodea. No soy una persona de pensamiento estático y siempre me muevo rodeado de actualidad e ideas nuevas. No. Definitivamente esto no puede ser. Meditando sobre ello, emprendo la senda de un viejo sistema de conocimiento empírico, la Teoría del Cambio, que trata de ver a resultados desiguales en circunstancias similares, en esencia, qué ha cambiado. Así, por un lado tengo la (sentida) ausencia de Luis y su blog, permanente fuente de estimulación intelectual y un divertimento escrito cuya carencia parece que no consigo superar. En su defecto me encuentro blogs anodinos de personas que no me suscitan interés y, en el mejor de los casos, medianías pseudo-literarias de historias personales que aspiran a tener un brote de irrealidad entre tanta vivencia comprimida y empaquetada en un corsé tan apretado como un blog. Por otro lado, y creo que ahí está la clave en esta cuestión, estoy pasando por una fase (entendida esta en ningún caso en su sentido peyorativo, pues hay quien ya identifica "fase" indubitadamente con "bajón" o "periodo extraño") más "interior", más concentrada en observar mis interioridades, valga la redundancia, y los cambios que experimento. Continúo compartiendo mis ideas, mis pasiones, mi vida en general, pero esta vez concretándolas no en una generalidad indeterminada de sujetos (por ejemplo, en este blog), sino en un individuo muy determinado. Lo que me lleva a estar en la siguiente situación dicotómica, por un lado, multiplicando mis vivencias personales (y aumentando el grado de intimidad necesario) y reduciendo mi análisis del mundo ajeno, el que se ve por la televisión, se escucha por la radio, y se lee por la prensa. Siendo así que no se puede sino ver afectado este blog; hay relatos que quedan dentro de mi esfera de intimidad y que, en primer lugar por pudor, y en segundo por un sentido estricto de responsabilidad y de coherencia, evito exponer; los comentarios que sí son susceptibles de publicación (bajo mi criterio, claro está) requieren un enfoque distinto que a día de hoy no le doy: un interés creciente por el tema en cuestión ( creciente, no un mero interés, en puridad), una base que justifique contarlo o comentarlo aquí, y finalmente unas ganas de redactarlo y darle un formato, como hice (por primera vez) en la pasada entrega, en la que marcaba en negrita palabras importantes y en cursiva otras tantas. Y no se porqué, esa necesidad congénita de compartir mis pensamientos con los ajenos se va viendo limitada con una cierta madurez, con una cierta pausa acompañada siempre de la inevitable sensación de tranquilidad.
Después de todo esto, corresponde, o se debe, si se quiere aún saber la respuesta, contestar a la pregunta ¿qué es para mí la falta de inspiración, circunscrita a este blog y a sus contenidos? Todo apunta a una no necesidad imperativa e intempestiva de opinar de todo, de comunicarlo todo, y de dar fe pública de temas de importancia y relevancia relativas. La conclusión final es que la madurez a todos los niveles puede ver aparejada esta consecuencia (como muchas otras), pero una más también es tomarse estos asuntos con más calma y ver que, hasta la falta de inspiración, en ocasiones, puede ser un tema de conversación.
Saludetes