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miércoles, 6 de junio de 2007

El Sabio Despistado





Muy buenas a todos. Hoy voy a hablaros de algo muy particular que me pasó ayer, o más bien de lo que le pasó a este hombre que aparece en mi foto. El fotografiado es David Blanquer, mi profesor de Derecho Administrativo en la UJI; que su aspecto no os engañe (o dejaros seducir por él, si pensais que es un "empollón"), porque tengo la convicción de que es una de las personas más inteligentes que pueblan la Universidad Jaume I, al menos en derecho. Y eso que tiene muchos aspectos externos en contra: viste con tirantes, porta unas gafas poco estéticas y se le percibe tímido en el trato. Pero David Blanquer es Letrado del Consejo de Estado y ha escrito más de una veintena de libros sobre su materia, los cuales, además, a mi entender, saben captar lo que debe ser un libro para un alumno, porque está escrito para ellos, y no para los compañeros académicos. Por eso creo que es, en esencia, inteligente, puesto que sabe cuál es su función, cómo llevarla a cabo en un marco abstracto, y cómo, finalmente, ejecutarla.

Pues bien, a este profesor, a este individuo que probablemente me doblará en coeficiente intelectual, ayer se le olvidó acudir al exámen que tenía programado a las 16:00 en la UJI de Administrativo I; contactando con él, supimos que se había despistado.

Esto, queridos lectores ( y Amparo también, va) demuestra que el estereotipo del científico chiflado, del sabio despistado, del intilegente poco espabilado es tan cierto como la vida misma. Un ser con un intelecto (creo) que superior a la media olvida lo que a lo mejor, alguien menos listo, no hubiera olvidado.

Todo esto no venía a cuenta para criticar (por olvidadizo) a mi profesor, ni para defenderlo ( por ampliamente dotado en lo que a conocimientos jurídicos se refiere), sino para hacer de él un espejo y hacer la siguiente pregunta: ¿Puede ser que, por ejemplo, tanto en este blog, como en otros ( o en cualquier espacio de información) nos centremos muchas veces en los grandes problemas del mundo -por poner un ejemplo de los aquí tratados, la ética periodística, las elecciones municipales y otros muchos- y nos descuidamos de lo más elemental, las personas, representadas en el ejemplo Blanquerístico como los asistentes al no-exámen? ¿ Obviamos la propuesta y posible solución a los problemas cotidianos en las relaciones humanas? ¿Dedicamos parte de nuestro tiempo a resolver problemas reales en lugar de divagar y buscar claridad en lo desconocido?

Me gustaría saber qué es lo que pensais; me gustaría saber si creeis que es necesario que alguien se pregunte sobre los imponderables, si cabe la mínima posibilidad de que encuentre una respuesta (aunque no sea la que buscaba) que le sirva de algo en su vida; me gustaría saber si por el contrario creeis que el pragmatismo debería ser el foco de los esfuerzos de los presentes; me gustaría saber si pensais que evadir nuestra consciencia con juegos de rol, pasiones cinéfilas, lecturas adictivas, y otras actividades son meras comparsas del tiempo que malgastamos, o si por contra, es justificable (como en el caso de Blanquer, que olvida ir a un exámen en un lado de la balanza y ofrece en otros unas obras académicas sin precedentes) que cometamos esas inproductividades en virtud de una producción mayor de una trascendencia más general.

Lo que quiero es, en definitiva, que hableis, que compartais vuestras ideas aquí y ahora, porque haceis, sin duda, agradable la charla, además de ayudarme a conoceros y aprender.

Un saludo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Que insinuas que no soy sabio, aqui soy el mas despistado, y nadie tiene derecho a quitarme el titulo, como no rectifiques te enviare como tirador a Polis Massa.

Xenia dijo...

Su aspecto no engaña, ciertamente comparto la convicción de que es uno de los mejores profesores del Departamento de Derecho de la UJI.
Evidentemente, mi opción ha sido dejarme seducir por él y me enorgullece haber tenido el privilegio de asistir a sus magistrales clases, ha sido un placer, un deleite para mis oídos escucharle y, sobre todo, aprender de alguien que tiene tantísimo que ofrecer en cuanto a conocimientos jurídicos se refiere.
En lo que respecta a su aspecto externo… tiene un encanto en grado superlativo, tengo que reconocer que los tirantes no los he visto, pero no tiene la mayor trascendencia que los lleve, si le resulta cómodo… En cuanto a las gafas, poco importan si te fijas en su mirada… y su sonrisa…
Estoy de acuerdo en que capta perfectamente lo que es un manual para el alumno, aunque la materia, para una gran mayoría de nosotros, nos resulta complicada. Y, dado que su coeficiente intelectual, a ciencia cierta, está muy por encima de la media, nos deja presos del pánico a la hora de enfrentarnos a un examen con él, porque por mucho que lo intentemos se nos escapa su inteligencia y sentido del humor en muchas ocasiones.
Con semejante currículum y trayectoria profesional, a este excelente profesor hay que aplaudirle ya que por muy elevado coeficiente intelectual que tenga, que lo tiene, se le puede olvidar cualquier cosa, como a cada uno de nosotros, porque le guste o no, es humano, de lo cual me alegro…