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lunes, 16 de abril de 2007

Paparruchas

Hola a todos. Tras unas merecidas vacaciones por la capital del reino con mi parejita, regreso. Lo hago además, sorprendido. Mi sorpresa es por ver dónde han quedado los clásicos, los filósofos, y la sabiduría. Aunque tras ver algunas cositas que mis queridos contactos de ese endiablado programa que sustituye conversaciones humanas por un mero intercambio formal de información que es el Messenger, casi prefiero no hacerme pregunta alguna que dé lugar a una respuesta. Como viene siendo habitual en las últimas entradas, primero ofrezco una visión de lo que voy a comentar para, a continuación, desarrollar mi idea, con tal de prevenir al marinero descuidado que quizá cree que encontrará algo afín por estas tierras. Así, el que quiera seguir leyendo, lo hace bajo su inexorable y personalísima responsabilidad.

De lo que quiero hablar esta noche es de esa surtida fraseología adolescente, o incluso post-adolescente, si se quiere, que inunda a la cultura teenager de un universo plagado de una sabiduría cosmopolita de dudoso orígen que pretende, en cierto sentido, encumbrar a quién la mentó en lo alto del monte donde residen las buenas ideas. Seguro que algunos o muchos de vosotros habeis oído o leído alguna vez citas como "Un amigo es un alma en dos cuerpos", o la parodiada por Burguer King "Si amas algo, déjalo libre. Si regresa, es tuyo. Si no, nunca lo fué". Hay alguna variante según de la boca que salga (más o menos amancebada por la desviación de la moda y el respeto al original), pero eso, ahora mismo, carece de importancia, como casi todo lo formal, pues lo material puede perder sin lo formal, pero subsiste, mientras que lo formal carece de sentido sin lo material.
Puede que a estas alturas incluso el lector con experiencia en este blog no sepa exactamente a dónde me dirijo, dónde terminan mis pasos. Puede que no vea el objeto del problema con claridad, o, al menos, cual es la causa de la sorpresa más arriba anunciada. Para ir esclareciendo las ideas, no diré aún cual es el objeto del problema planteado, pero sí cuál no es. No es el problema la falta de veracidad o no del contenido de las expresiones. Tampoco es problema lo profundas o grandilocuentes que puedan resultar las palabras. Así pues, si no es un problema de fondo ni de forma, ¿de qué és?. ¿O no hay problema y al bueno de Graimito se le han cruzado los cables?. Pues, como muchas veces, creo que el quid de la cuestión no es qué se es, o cómo se es, sino qué hacemos con ello. Dicho en otras palabras, el uso que le damos a aquello que conocemos.
Pensemos: ¿qué tenemos delante? Fraseología brillante que proviene del mundo clásico, elementalmente socrático, empleada irresponsablemente por adictos a las cremas anti-acné o a los exámenes de septiembre, cuyo malsano uso ha provocado la pérdida de su orígen, el cual era santo y seña de su puro significado. Hoy, el que usa estas frases para decorar su nik me genera una profunda sensación de que no lo hace con la intención de venerar el sentir de unas palabras que nos iluminan, sino de pavonearse decorosamente por el jardín de la comunicación pretendiendo hacer pensar que piensa por lo que otros pensaron por él, siendo tan redundante la querida repetición del verbo pensar en la frase anterior como la supina dejadez del usuario de aquello que es patrimonio de todos. Han convertido el saber en una suma de paparruchas, asignando un valor anecdótico y expresivo de amores frustrados, falta de valor ante los retos vitales, y otras tantas cuestiones típicas de quién es adolescente, o de quién superó esa edad pero no ha madurado aún.

Resumiendo, podemos ver como cada vez más, aquello que fué brillante, es devorado por este Saturno, nuestra sociedad, y defecado cual soberana estupidez en boca de quién no merece esgrimir esa palabra, pues no dedicó ni una sóla parte de su esfuerzo o intelecto a averiguar de dónde viene aquello que pretende incorporar a sí mismo; ni siquiera conocer su significado pleno e integral parece merecer tal hazaña. Pretenden hacernos creer que Sócrates dijo lo que dijo para que cuando una novia o novio nos deje, podamos decir que no fué nuestro/a nunca, a la vez que curamos nuestro maltrecho ego exhibiendo nuestro saber estar y nuestra sapiencia encajando el palo con "con filosofía". El conocimiento deja de serlo cuando usamos algo que no sabemos para que sirve, y la prueba y error carece de sentido, al ser nosotros mismos quienes hemos de diagnosticar el error. Veneran el conjunto de palabras sin mirar dentro. Y pretenden ser admirados por ello, cuando no dicen más que paparruchas.


Saludetes